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sábado, 17 de junio de 2017

SERMONES ENLATADOS Y COMIDA RÁPIDA


Por: Cheyco Centeno

     Últimamente he notado una práctica que hace muchas décadas era inusual dentro de la iglesia. Una práctica que por demás ha profundizado la grave crisis espiritual por la cual se encuentra atravesando el pueblo de Dios.

     Se trata de los sermones improvisados y podríamos añadir también a los programas improvisados. Una tendencia que pasa desapercibida delante de nuestras narices pero que ante los ojos de Dios produce desagrado absoluto. La alimentación del pueblo de Dios se ha reducido a temas estereotipados extraídos de diferentes fuentes que en ocasiones ni siquiera nos permitimos evaluar su nivel de veracidad.

     Muchos hoy en día tienen la costumbre de extraer temas de diferentes lugares y simplemente leerlos ante una congregación; puede ser que el tema sea muy importante, pero sin la debida entrega y estudio no alcanzará ningún propósito. En las iglesias nos hemos dado a la tarea de realizar el rol de predicación sin evaluar las características de quienes han de alimentar a la grey. Estamos perdiendo profundidad en el estudio de la palabra porque la fortaleza de la iglesia va en proporción directa con la alimentación. Pero existen otros fenómenos que estropean ciertamente este fundamento que es básico para el crecimiento espiritual.

     Si bien es cierto Dios no hace acepción de personas, para él es de suma importancia que el contenido de la alimentación en primer lugar sea sincero; este debe salir de un corazón entregado y preocupado por la grey de Dios, un corazón que desea el beneficio de la hermandad y que en sus argumentos pueda ver la necesidad de la iglesia, para así ofrecer un sermón de acuerdo a estas necesidades. Si un sermón es extraído de cualquier fuente sin evaluar este aspecto no tendrá mayor trascendencia en la vida de nuestros hermanos. La superficialidad de un sermón que no ha sido estudiado ni evaluado a conciencia no permite extraer la esencia de los mismos, viene a ser como comida rápida o enlatada cuyo propósito es salir del paso ante un compromiso adquirido.

     En un tiempo en el que la tecnología ha sobrepasado el sentido común de la gente para el estudio, es más fácil buscar un tema de cualquier parte ya hecho, que tener que realizar uno propio inspirado por Dios. Para realizar un sermón verdaderamente profundo solo tenemos que observar con cuidado las necesidades de nuestra iglesia para atacar los problemas convenientemente; de esta manera atacaremos las debilidades de la iglesia con temas de amonestación. La sierva del Señor utiliza en un sinnúmero de ocasiones la palabra amonestación porque es lo que la iglesia necesita. Los que ya conocemos al Señor debemos entender que es lo que él requiere de nosotros por difícil que sea; si queremos ser salvos debemos dejar de ser cristianos hipersensibles y aceptar el mensaje de la forma en que venga. Muchos se abstienen de predicar mensajes de amonestación para evitar problemas dentro de la iglesia y están acostumbrados a dar sermones livianos que no hieran la susceptibilidad de los hermanos.

     Cuando una persona ha sido escogida para predicar debe escoger el tema del cual desea hablar a la luz de las necesidades de la iglesia. No debe particularizar los temas; el enfoque debe ser generalizado para que el que se siente aludido considere que es un mensaje de Dios para su vida. Si nuestro pensamiento al respecto de un mensaje de amonestación va dirigido de manera particular y directa a un hermano que deseamos que se sienta aludido, tenga por seguro que el enemigo se encargará que el hermano reciba el mensaje y contribuirá a profundizar la crisis.

     Tenga presente que la intención principal debe ser hacer crecer a la iglesia, puede ser que existan personas que consideren que siempre son atacados, pero no debemos preocuparnos por ello. Debemos dejarnos dirigir por el Espíritu Santo para que lo que hablemos sea evidencia de la necesidad entera de nuestra congregación. Dice la biblia: Si alguno tiene falta de sabiduría, demándela a Dios.

     El púlpito no debe ser un lugar para descargar nuestras inconformidades con nadie en particular; muy por el contrario es el lugar desde el cual se fomenta la unión de la iglesia. El orador debe estar preparado para procurar exponer un tema que inste al reavivamiento y la reforma, este es el propósito de la amonestación. Es muy diferente un tema de campaña a un tema de iglesia; el tema de campaña busca traer a la iglesia a personas que no conocen de Cristo, pero el tema de iglesia busca  la unión de la misma. No podemos darnos a la tarea de tomar tan superficialmente la responsabilidad de predicar un sermón. Pararse ante una congregación y dirigir unas palabras no es cosa de poca monta, es de vital importancia que quien tiene este privilegio, sepa que Dios no acepta los sermones enlatados ni la comida rápida o improvisada. Dios desea que usted comparta lo que ha aprendido  través de su testimonio, no lo que dicen los demás. El gran problema de presentar un sermón improvisado radica en hacer una exposición argumentativa que deje más signos de interrogación que un mensaje completo, ante esta situación la gente se retira confusa de la iglesia haciéndose más preguntas que llevando respuestas.

     Apreciados hermanos, la iglesia tiene muchas cosas que aprender antes de que Cristo venga; la iglesia necesita comprender ampliamente lo que significa compartir nuestras necesidades. Cuando Pablo predicaba hablaba de sí mismo para no ofender a los demás. Todos tenemos experiencias que pueden ser edificantes, probablemente muchos se identificarán con usted, pero para que su sermón sea verás sea usted mismo el ejemplo de lo bueno lo malo y lo feo que identifique una necesidad.

     La iglesia no está consciente del momento que estamos viviendo, porque los sermones no nos dicen nada acerca de nuestra realidad; la superficialidad de nuestras iglesias comienza con los sermones improvisados. Debemos romper con esta mala práctica, debemos concientizar a nuestros hermanos al respecto de la importancia de estudiar y preparar los temas que alimentan a la congregación, porque de otra manera vamos a ser víctimas de una mala alimentación producida por los sermones enlatados y la comida rápida, Dios les bendiga.   

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