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viernes, 8 de noviembre de 2019

UN LLAMADO A LA VERDADERA CONCIENCIA DE LA IGLESIA


POR: CHEYCO CENTENO

Hace algún tiempo mencioné que yo sentía en mi corazón que muy pronto y debido a las nuevas y modernas prácticas que se han estado llevando a cabo en nuestra administración se aproximaba un gran cisma. Dije incluso que las mentes de nuestros hermanos no sabrían de qué lado estaría la razón. Tristemente todo lo que yo imaginaba que pasaría, pasó.
Hay una gran incertidumbre que permea la mente de nuestros hermanos líderes de cada congregación, pero antes de hacer un llamado a sus conciencias necesito realizar una breve explicación.

Conversando con algunos pastores de antaño y tomando en cuenta que los tiempos de ahora no son lo mismo y existen nuevas necesidades, he llegado a la siguiente conclusión. En la historia bíblica se dan muchos ejemplos de cómo la paciencia de Dios permitió que malas prácticas se infiltraran en medio de su pueblo esperando un cambio en sus corazones, pero también se conoce que Dios hizo un llamado a la conciencia de sus líderes en el pueblo de Israel para enmendar los errores cometidos y muy pocos de ellos escucharon su voz. Para mis amigos, no es un secreto que yo siempre dije que algo muy pronto estaría por ocurrir en nuestra amada iglesia en el aspecto administrativo. Hemos sido intimidados por años bajo la premisa de disidencia. Todo aquel que sin hacer uso de las autoridades terrenales levanto su voz movido por su conciencia para denunciar las malas prácticas, ha sufrido las consecuencias de sus actos, incluso muchos hermanos han pasado al olvido debido al poder de nuestras autoridades eclesiásticas, pero aunque aparentemente por lo pronto hay un silencio mediático la justicia sigue su curso. Marginados por nuestros líderes, muchos hermanos que con gran celo han hecho un esfuerzo por hacerles ver el camino equivocado, han tenido que separarse de la iglesia por ser considerados apócrifos en medio de la grey. Estos hermanos nunca estuvieron en contra de nuestros líderes sino en contra de las malas prácticas ejercidas bajo el paraguas de la buena voluntad para nuestras obras. Muchos de ellos se encuentran separados de nuestra grey anhelando poder nuevamente usar sus talentos para el servicio de Dios y sé que viven esperando el momento como Moisés para regresar y tomar el lugar que Dios les ha dado en nuestra congregación. En cada época de injusticias que el pueblo de Dios tuvo que pasar en la historia bíblica, el Señor se manifestó para sacudir a los líderes absolutistas que no daban crédito a los consejos de su pueblo, muchas veces el pueblo gimió ante la injusticia de sus líderes y en otras ocasiones Dios usó a mensajeros para advertirles; si embargo muchos de ellos no hicieron caso y sufrieron las consecuencias.

Hoy estamos ante un caso inédito para la hermandad, el desafío es regresar a las sendas antiguas de administración. Aunque siempre lo pensé nunca lo dije hasta hoy. Los informes recibidos y que para los entendidos no tienen como principal objetivo la iglesia sino sus líderes, buscan esclarecer y exigir una explicación judicial ante denuncias que a nivel eclesiástico nunca vamos a tener. Dios trabaja de formas misteriosas y el tiempo de Dios se cumple, sin embargo él nos da oportunidades para redimirnos, pero cuando nuestro orgullo y soberbia supera al sentido común, estamos perdidos.

Escuchar tiene su arte, nos permite evaluar nuestros actos y ponerlos en perspectiva, un buen líder sabe escuchar y evaluar haciendo cierto el dicho “quien más consulta menos se equivoca”. Quien llega a la cima creyendo que lo hizo él solo, termina considerándose dueño de la absoluta verdad. El verdadero líder cristiano está consciente de su posición como mayordomo en la obra de Dios y no como un manda más.

Hay quienes consideran que llevar nuestros problemas ante las autoridades terrenales no solo mancilla la institucionalidad de la iglesia sino que pone en entredicho nuestra credibilidad doctrinal, no se equivoquen hermanos, la doctrina verdadera siempre prevalecerá porque es el arma de la salvación, pero la historia revela que cuando los líderes del pueblo de Dios no atendían a sus llamados, el Señor utilizó los métodos menos pensados para sanear su nación.

Cuando se lee cuidadosamente la biblia, nos damos cuenta que Dios hará lo que sea necesario para eliminar cualquier anatema de en medio de su iglesia no importa cuál sea su procedencia, especialmente si es de los líderes que el Señor ha puesto para dirigir a su pueblo. Quienes defienden lo indefendible solo luchan por sus propios intereses y tristemente existen individuos que se han dejado influenciar a niveles inimaginables para estar del lado que les conviene. No hay pretexto que valga ante las irregularidades, lo que verdaderamente mancilla a nuestra iglesia es el mal testimonio y ante ello el único remedio es la verdad. Todos los años nuestros tesoreros son auditados en cada iglesia y esa presión ha ido en aumento sin entender a qué obedece tanto afán por saber lo que hacemos con lo que cada congregación maneja presupuestariamente, sin embargo desde hace varios quinquenios la hermandad ignora el manejo administrativo de nuestra organización y quien ose introducirse en este terreno es ya un disidente o rebelde y hay que excomulgarlo de la iglesia inmediatamente. Existe gran impotencia al ver cómo estas administraciones se destacan ante las congregaciones que manejan grandes presupuestos para quedar bien ante ellos, pero se olvidan completamente de las congregaciones pequeñas en áreas rurales o en pueblos que no tienen mayor trascendencia para ellos. Invierten dinero en la comodidad de iglesias que prácticamente son autónomas para erigir templos ostentosos y sentirse recibidos como reyes cuando asisten a estas congregaciones olvidándose de la expansión evangelistica, tal y como sucede en la actualidad. La mayoría de los hermanos no perciben esa realidad, pero ralentiza la obra que ya debiera estar terminándose, creemos que Dios tarda para dar una merecida respuesta a estos dirigentes, pero el momento propicio llega y se hace efectivo. Los líderes que tal cosa hacen están perjudicando a estas impresionantes congregaciones con hermosos templos, pues mientras ellos se sientan sobre hermosas bancas en un ambiente con aire acondicionado invitando al adormecimiento espiritual, otros solo pueden estar bajo un techo de pencas, sentados en pequeños bancos de madera y sin la visita consecuente de un ministro, aunque sea de vez en cuando, sin embargo los diezmos y ofrendas siempre tienen que llegar. Espero que no entiendan mal lo que digo, nuestros diezmos son una obligación ante el Señor y nuestras ofrendas nuestro agradecimiento: sin embargo toda esta situación tiene un fondo más oscuro aún. Dios ha pedido a su pueblo sostener la obra con los diezmos y las ofrendas y en toda la historia de la iglesia siempre había sido así.

Ahora bien; ¿Cómo se ha transformado la iglesia?
Hay muchos aspectos por destacar. Soy hijo de pastor y viví las carencias de un ministerio sin recursos que funcionaba verdaderamente por fe. Recibimos arroz, verduras, legumbres, menestras y fue como si Dios supiera cuando las necesitábamos y estamos seguro que era así; pero nada de esto nos hizo menos respetables, muy por el contrario aprendimos el valor de la humildad. Pasamos necesidades que solventamos con el amor de una hermandad que confiaba en sus ministros. Mi madre no trabajaba porque en esa época no era permitido para las esposas de los pastores que lo hicieran, ni dentro ni fuera del ministerio, hasta cierto punto fue beneficioso para nosotros porque aún hoy seguimos en los caminos de Dios gracias al sacrificio de ella. El modesto salario de un pastor apenas cubría las necesidades básicas y las ayudas eran pocas: ayuda para la escolaridad, depreciación de auto para quienes lo tenían, viático de combustible si era necesario, ayuda en la renta de la casa, etc. No sé sinceramente como las administraciones de antes aún tenían recursos para ayudar en la construcción de los diferentes templos de sus campos entregando donaciones producto de los diezmos y ofrendas y no de cualquier otro tipo de componendas. En fin, era una época próspera en materia de evangelismo, las campañas fluían como hormigueros de las cuales surgían gran cantidad de almas llenas de conocimiento sólido que hoy día hace a estos fieles hermanos aún permanecer en la iglesia a pesar de los vaivenes, ¡el testimonio de los ministros les llevó verdadera salvación! Las campañas realizadas en esa época también eran patrocinadas por las administraciones, promocionando estos eventos con material publicitario de excelente calidad y a colores, cosa que hoy en día casi ha desaparecido usando muchos recursos de fotocopias en blanco y negro, con el fin de ahorrar en materia promocional, frenando así el atractivo de un evento que podría salvar las almas de muchas personas y restándole importancia al nivel de nuestro evangelismo.

¿Qué cosas han cambiado?
Obvio que los tiempos no son iguales, ahora encontramos que los administradores exigen rendimiento de bautismos a los ministros, pero realizan tantas reuniones semanales que los pastores no tienen tiempo para dedicarle a sus campos, pues están tan llenos de informes, que tienen que estar realizando mandados de arriba para abajo. Las modestas oficinas que albergaban las administraciones han sido reemplazadas por suntuosos edificios cuyo fin será el mismo que el de cualquier construcción humana. El nivel protocolar a seguir para poder entrevistarse con cualquier administrador es casi parecido al de cualquier empresa común y corriente, en el que la filtración de atención dependerá del grado de importancia del individuo que solicita la entrevista. Han elevado tanto su propio grado de importancia que hemos llegado al nivel que vemos hoy, con un insólito despotismo, soberbia y orgullo que solo percibimos quienes sabemos identificar la arrogancia desde cualquier punto de vista. Estos personajes no gustan de los hermanos inteligentes, siempre buscan rodearse de personas con inteligencia promedio a quienes usar, haciéndoles ver que sus ideas y propuestas deben ser respaldadas a toda costa porque vienen de Dios. Es aquí en donde el llamado de Dios realmente entra en función, la mayoría de los hermanos no tienen la virtud del discernimiento para separar las cosas buenas de las malas dentro de la obra y debemos hacer lo posible porque Dios sea quien dirija todos los proyectos con el aval de la feligresía y no la imposición de unos pocos.

La sutileza con la que la obra fue cambiando, nos ha traído hasta aquí, ante una vergonzosa situación que raya en escándalo público al introducir denuncias por prácticas vetadas desde un principio para una institución eclesiástica sin fines de lucro.
No importa como lo pongan los abogados que defiendan una causa como esta, pero si hay lucro y no hay reporte fiscal, hay delito. Ahora; quedaremos en entredicho y como mentirosos todos los que hayamos realizado alguna transacción de este tipo dentro de las operaciones de nuestra organización. Declarar ante la justicia terrenal que no solicitamos ningún préstamo a nuestras oficinas administrativas si lo hemos hecho, es perjurio y esto es penado por la ley. Si hay iglesias que han solicitado préstamos y dicen no haberlo hecho, estarán no solo lacerando la justicia terrenal sino la justicia divina, porque Dios no aprueba la mentira. La práctica divina del uso del diezmo y la ofrenda para el desarrollo de la obra en la que se donaba dinero a las iglesias para culminar la edificación de sus templos,  puede que haya sido sustituida por un acto lucrativo que ha convertido las donaciones en préstamos que generan intereses según lo que hemos escuchado. Si esto fuera así, estamos ante un grupo incapaz de administradores que necesitan más de prácticas y tecnicismos mundanos que del poder de Dios para lograr alcanzar objetivos en el desarrollo de la obra.

Bien, ahora entraremos en un tema que es básicamente inexistente, sicología ministerial o acondicionamiento pastoral. Los pastores y obreros en estas situaciones a mi juicio personal son víctimas de las circunstancias. Un sistema establecido para encerrar a los ministros en continuas reuniones es para mi criterio improductivo. El trabajo de un pastor es como lo dice su adjetivo pero en términos verbales, pastorear a las ovejas; ese trabajo técnicamente hablando casi ha desaparecido. Se exige a los ministros ciertos blancos de almas, sin embargo no tienen tiempo para alcanzar estos objetivos si constantemente deben estar en reuniones para planificar proyectos y realizar planes en los que ellos simplemente se constituyan como coordinadores y mandaderos de los administradores. Lo que en esencia debe ser un pastor ha sido sustituido por un sistema pasivo que exige grandes resultados en medio de una organización que cree que las muchas reuniones son estar trabajando. A mi juicio personal quien mucho se reúne no tiene ni idea de lo que quiere planificar. Demasiada planificación sin acción crea confusión y al final el estar continuamente en estas reuniones, acondiciona el pensamiento del pastor a considerar que está redimiendo su tiempo de trabajo solo con asistir a las mismas. En síntesis, La mente de los ministros está acondicionada para pensar que la asistencia a estas reuniones representa mayor importancia para la administración que el pastorear sus iglesias, y la evidencia casi habla por sí sola. La temeridad es una característica en común ante la prepotencia administrativa, el temor a perder el trabajo es quizá la mayor motivación y no la obra en sí misma. Esta realidad ya no es oculta a nuestra vista, el totalitarismo que permea a las administraciones les da casi un poder absoluto, lo que nos lleva a pensar que solo un cisma como el que estamos atravesando ante la impasible autoridad eclesiástica superior de no tomar decisiones en el asunto, es la única salida para una situación como la actual en muchos campos a nivel mundial.  

Cuando vemos y escuchamos los argumentos del hermano Hugo Rivas que invitan a la hermandad a realizar un cambio, se puede notar con claridad la ecuanimidad de las publicaciones que él ha hecho en el sentido del buen uso de las palabras y la calma que las acompaña. No hay una agresión más allá de las denuncias presentadas con todo respeto y total sobriedad, recordando que no siempre tiene la razón quien más grita o quien más se exalta. Una petición tal indica el respeto que el hermano Hugo aún conserva por la dirigencia a pesar de las declaraciones. La réplica agresiva en respuesta a sus denuncias emite un mensaje de odio, de nerviosismo y auto-desconfianza; pero para los bien entendidos, no existe humildad en la respuesta emitida por nuestros líderes considerando los epítetos como mentes torcidas, infames o cobardes; ofensas que no recibieron respuestas porque no valía la pena. El hermetismo que rodea todo este escenario transmite inseguridad a la hermandad, siendo que envía el mensaje que todos en la iglesia debemos ser ciegos, sordos y mudos o recibir amenazas de cárcel solo por pedir explicaciones. Mi consejo es que afronten las denuncias y demuestren su inocencia es tan fácil como eso, pero de ninguna manera puedo aceptar que el hermano Hugo tenga una mente torcida o esté fuera orden al denunciar algo que si fuera mentira, temerariamente acabaría con su feligresía apartándolo de la iglesia que ama, solo por imprudencia; así que sus declaraciones son de tomar en cuenta. Para los enterados es un asunto especialmente delicado que esperamos sea dirimido lo antes posible para bien de la iglesia, pero para el resto de los hermanos  que no saben nada, simplemente hay un ambiente de normalidad.

Me tomé la libertad de hacer un análisis literario de la carta emitida por los administradores de nuestra Unión en respuesta a las declaraciones del hermano Hugo Rivas. En la misma auto-victimizarse es el claro mensaje, achacar las denuncias como un ataque directo a la iglesia solo desea desviar la atención de los verdaderos implicados. Mientras que ellos aparecen como señalados en esta carta una sola vez como dirigentes, argumentan en seis ocasiones que el ataque es contra la iglesia, perfecta manera de escudarse y defenderse, quizá muchos comprarán el mensaje. Sin embargo no pude evitar comparar las palabras del hermano Hugo cuando se refiere a ellos como apreciados vs “mentes torcidas, infames y cobardes”. En mi defensa puedo decir que el hecho de no estar de acuerdo con el presidente a quien admiro y respeto, no le da derecho de usar adjetivos despectivos contra quienes discrepan con su estilo administrativo, una mente torcida es básicamente un loco, un infame es una persona muy malvada y carece de honra, crédito y estimación, por último cobarde es aquel que perjudica o hace daño de forma encubierta por carecer de valor, pero ninguno de estos epítetos es adjudicable al hermano Hugo, sobre todo por la manera en que las declaraciones han sido realizadas completamente al descubierto y a la luz pública.

Reitero que no acuso a nadie, porque no es mi derecho hacerlo, pues no soy el que tiene las pruebas para estas denuncias, sin embargo apelo a la individualidad de cada hermano para ejercer su derecho a pensar, evaluar y no dejarse manipular ni intimidar por ningún motivo, recordando simplemente que la iglesia nunca caerá y puede ser que en el futuro si Cristo no ha venido, tengamos que enfrentar mayores dificultades pero solo los cristianos de carácter fuerte superarán con criterio los embates del enemigo no importa cuál sea su procedencia con la ayuda de Dios.   

La obra en Panamá requiere de una reforma radical para que exista un reavivamiento, mientras la iglesia no despierte a defender la justicia para todos y redima los buenos hábitos cristianos, no existirá tal reavivamiento. Desde nuestras altas esferas hasta el más humilde de los hermanos, debemos considerar cuidadosamente todos los aspectos que son necesarios cambiar. Si es en la administración, dejemos que la justicia tome su curso, si es en las iglesias, también debemos hacerlo, sin embargo también existe la posibilidad que Dios haga uso del látigo de la justicia de Cristo para sacar a los mercaderes del templo. He sido testigo de cómo quienes han sido favorecidos por esta administración de alguna manera no quieren aceptar lo que está sucediendo ante nuestra vista, se resisten a pensar que un hombre puede cambiar tan radicalmente y sin escrúpulos endosar a nuestra iglesia la responsabilidad que solo a él debe corresponder como administrador, obviamente, de ser cierto todo lo que hemos visto y escuchado. Desearía de todo corazón que todo esto fuera una pesadilla y estar a punto de despertar, pero la realidad es que más allá de mis deseos se encuentra la justicia terrenal y la justicia divina, dejemos que ellas se encarguen del final para bien o para mal.                     

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