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martes, 5 de julio de 2022

GRACIAS A TODOS



POR: CHEYCO CENTENO

        La piedad de la iglesia primitiva, está transformando en ángeles a aquellos santos que con actos de amor desinteresado, sirvieron al siervo del Señor en medio de su agonía, esta será la gran característica de aquellos que están sufriendo la metamorfosis del Espíritu Santo, hacia una transición que los llevará al reino de los cielos con hechos, y no con palabras. Hombres y mujeres que sin excusas, en los más de ocho meses de sufrimiento de mi padre, se hicieron presente, para para dar honor a un hombre que honro la palabra pastor con humildad y esmero. Dios nos dio tiempo suficiente para escuchar un último consejo, vertido de la sabiduría que lo investía mientras aún estaba consciente. Quienes tuvieron el privilegio de estar cerca de nuestro padre en nuestro país, y honrar a mi padre con su presencia mientras aún vivía para demostrarle su amor, y aquellos que aun estando lejos morían de ganas por visitarlo en su convalecencia, siéntanse bien, porque Dios los está preparando para esa transformación, podría mencionar muchas cosas por las cuales mi padre era único, pero sonaría vanidoso, asunto de lo que él no estaría orgulloso en su característica humildad, basta con escuchar los testimonios de lo que hizo en la vida de hermanos que dicen el gran hombre de Dios que era el pastor Diógenes Centeno.

        Agradecemos a todos los que de alguna manera hicieron un gran esfuerzo por estar pendientes del siervo de Dios en medio de este viacrucis que ha servido de salvación para nosotros. Mi padre fue tan excelente en lo que hacía, y Dios lo dotó de tanta sabiduría que nosotros como hijos llegamos casi a venerarlo, sin embargo entendimos que, Dios se lo llevó con sufrimiento y dolor, para que nosotros comprendiéramos que debíamos amarlo más a él, y al gran sacrificio de Jesús, que a nuestro propio padre; comprendimos ahora que cualquiera que ame más a padre o madre no es digno de Cristo. Ahora nos toca amar y valorar aún más, el gran sacrificio de Jesús en la cruz del calvario, que a nuestro progenitor, el sufrimiento de nuestro Señor Jesucristo representó la salvación de la humanidad, él sufrió para que todos nosotros tengamos una oportunidad; sin embargo, el sufrimiento de mi padre fue un acto de misericordia de Dios, para que nosotros como hijos y su amada esposa, podamos llegar a ser salvos, posando nuestra mirada en el salvador, y recordando siempre que lo único que hizo el pastor Centeno fue, mostrarnos el camino, y a quien debemos honrar más con nuestras vidas; olvidando ciertamente lo que queda atrás, seguiremos al blanco, puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe.

        

        Fue un verdadero honor, haber sido hijo del pastor Diógenes Centeno. Su vida en realidad fue un ejemplo para todos, porque estaba escondida en todas las características que investían al buen pastor. Lleno de defectos como era, fue un excelente hijo, padre y amigo, sus obras han quedado plasmadas en aquellos testimonios que hemos recibido y que nos dicen que él ha sido sellado para salvación y está al resguardo de Dios.

 

        En medio de todo este sufrimiento, Dios envió ángeles que ministraron a su siervo en su convalecencia. Hombres y mujeres que realizaron una labor de servicio al pastor Centeno sin ningún salario, pero, con una gran recompensa, y que parte de la satisfacción de haber sido útiles con sus talentos, para llevar alivio a su condición física. Sin embargo más allá de esta disposición, fueron movidos por el amor a mi padre, quien siempre será recordado porque dejó una huella imborrable en todos aquellos que lo conocimos.

 

        A nosotros como su familia, nos corresponde hacer lo que él ya no puede hacer, agradecerles a todos aquellos que con amor desinteresado han estado con nosotros desde el principio de este viacrucis. Extendemos este agradecimiento a quienes de una manera espiritual, física y emocional nos brindaron todo su apoyo desde el principio; nada faltó, es más, sobró. La preocupación de los hermanos, nos demostró sin lugar a la menor duda, que existe una piedad de la iglesia primitiva que se está manifestando con hechos, y que se está revelando en todos aquellos que en medio de un pueblo que duerme, se están preparando para su sellamiento.

 

Con amor,



 

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