
Por: Cheyco Centeno
Bendiciones nuevamente a todos nuestros
apreciados hermanos.
Probablemente a estas alturas muchos
hermanos estarán preguntándose ¿Y Cheyco de qué lado está? Porque al principio
leyeron algunas declaraciones fuertes de parte mía con respecto a las acciones
que se hacen actualmente o se han dejado de hacer de parte de nuestro
ministerio. Luego han visto que he dado un giro pidiendo consideración a
nuestros ministros y oración para ellos. Cuando uno hace declaraciones debe
tomar en cuenta que dentro del marco objetivo de las cosas siempre hay que
considerar lo bueno y lo malo. Lo siento mucho por aquellos que solo se dedican
a atacar y no a edificar y pido disculpas a quienes me han enviado solicitudes
de amistad creyendo que mi posición será siempre atacar a nuestro ministerio,
porque bueno o malo es nuestro ministerio.
Definitivamente hay quienes esperan con
ansias que este o aquel pastor cometa un error para señalarlo, y nuestros
ministros saben que esta espada de Damocles siempre estará pendiendo sobre
ellos porque son figuras públicas. Sin embargo así como nuestros pastores
tienen la responsabilidad de pastorear a sus congregaciones e influir en sus
necesidades espirituales; nosotros los hermanos tenemos la obligación de velar
también por las necesidades de nuestros ministros. Más allá de las cosas que
muchas veces no nos gustan, debe imperar el sacrificio mutuo y el amor para
superar los defectos de ambas partes. Hay de cierto congregaciones que son
difíciles de atender por el carácter rebelde de sus líderes y para serles
sincero hermanos, no dan realmente ganas de atenderlos porque en ocasiones se
siente tan autosuficientes que son incapaces de admitir sus errores y pretenden
saber más que los pastores, en otras palabras son futuros candidatos para la
disidencia. Exigimos humildad de los pastores, y damos crédito a nuestro
orgullo, de esta manera queremos demostrar que sabemos tanto o más que ellos.
¡Qué pensamiento tan estrecho! El equilibrio de la iglesia depende de una buena
comunicación en la que la humildad sea la conductora de nuestras acciones, ello
nos permitirá ver con claridad nuestros errores y nuestros aciertos para tomar
las mejores decisiones.
Nuestra visión general acerca de algunas
cosas de las que está adoleciendo nuestro ministerio, solo emite la opinión de
quienes no se han atrevido a hablar de frente. Aplaudo la actitud de algunos
pastores que los he visto reconocer sus errores frente a otros hermanos, esto
no es para nada debilidad sino grandeza, y cuando veo a estos ministros debatir
sus puntos lo hacen con tal destreza que solo su grado de humildad y carácter
los ha llevado a esa posición. Hermanos pastores no tengan temor de reconocer
cuando se hayan equivocado, esto hace que usted a la vista de los hermanos
crezca y se le dé un mayor respeto a su labor.
Reconozco con toda certeza cuando alguien
con sus comentarios quiere destruir, por lo general me aparto de ellos. No
somos nosotros los hermanos los que haremos que las cosas cambien para nuestro
parecer, es el Espíritu de Dios obrando en cada corazón el que nos dirá las
cosas que necesitamos cambiar. La obra continuará y nosotros pasaremos como la
paja llevados por el viento, el problema será en este contexto no equivocar
nuestros argumentos y convertirlos en problemas doctrinales, porque entonces si
estaremos siendo llevados por otros vientos de doctrina y apostatando de la fe.
La Sierva del Señor escribió un segmento que se titula “La iglesia no es perfecta” y tiene un mensaje directo contra el
mal proceder de todos en la iglesia, Líderes, Pastores, Líderes de
congregaciones y la hermandad. Entonces ¿Quién está libre de pecado? Mi padre
nos enseñó desde niños el respeto por los pastores, hay a quienes no les gusta
escuchar eso, no importa si son viejos o jóvenes, Dios los tiene allí por
alguna razón. Podemos compartir con ellos nuestras inquietudes pidiéndole a
Dios siempre poder ser escuchados, quizá a algunos no les gustará escuchar que
hay algo que están dejando de hacer, pero reflexionemos un poco y pensemos en
si somos parte de este problema para corregirlo en nuestra vida ministerial,
porque no es nuestro deseo destruir sino construir. Me agrada que los ministros
hoy en día tengan un mejor nivel de vida que los ministros de antaño dentro de
una sociedad ministerial llena de limitaciones. Mi padre recibía un salario que
apenas alcanzaba, pero Dios nos sostuvo, y por eso considero que el ministro
debe tener la solvencia económica para no pasar necesidades, y esto debe ser
comprendido por toda la hermandad. Hago referencia a este tema, porque si a
nosotros como hermanos nos gusta vivir con tranquilidad no hay motivo para
desear lo contrario para nuestros pastores. He escuchado a muchos hermanos
criticar demasiado lo que tienen o no los pastores, dice la biblia “puestos los
ojos en Jesús el autor y consumador de la fe” esa es nuestra referencia, porque
quienes piensan así de nuestros pastores, también piensan así de los hermanos que
tienen éxito económico, así que es un pensamiento necio.
En un tiempo en el que nuestra prioridad
debiera ser el derramamiento del Espíritu Santo, debemos tener oídos para
escuchar a nuestros hermanos en privado antes que sus pensamientos se vuelvan públicos. Hacer esto
evitará para los ministros muchos problemas, sé que algunos tienen la opinión
de que no escuchar será para ellos la mejor opción, ciertamente no lo será,
todo mundo necesita ser escuchado. Cada hermano necesita sentir que es
considerado por su pastor, y la percepción de su hermandad será positiva. Para
los ministros de antaño uno de los mejores argumentos para mantener la unidad y
la cordialidad de la iglesia, era saber escuchar a sus hermanos. Recuerdo a mi
padre visitando a los hermanos, esto daba hincapié para expresarse con libertad
y evitar las especulaciones. No sé en realidad en que momento la casa de los
ministros pasó a ser un bunquer o refugio para no ser localizados; pero la casa
pastoral históricamente siempre ha sido más bien un lugar de refugio para todo
hermano que busque un buen consejo de su pastor. Constantemente mi padre
recibía visitas en casa y el resultado definitivamente era la discreción, los
problemas no trascendían porque eran encapsulados dentro del marco de una buena
comunicación.
Queridos pastores si la comunicación con
los hermanos es fluida, se acabarán las especulaciones públicas, si se dedica
más tiempo a la atención del rebaño, la obra de Dios crecerá sin que ustedes se
den cuenta. Hay más cosas que yo pudiera decir que necesitamos actualmente en
la iglesia, pero no hace falta que yo las diga, porque ya han antes fueron
dichas. El libro “Testimonios para los Ministros” debe ser un libro de estudio
continuo para nuestros pastores, no es un libro de lectura solapada, es un
libro hecho para el pastor, es un libro de consulta constante, y quien más
consulta menos se equivoca. Yo, ni nadie estamos llamados a reprender el
proceder de nuestros ministros; ya todo lo que había que decir acerca de ellos,
estaba escrito. Por eso a partir de ahora lo único que esperamos es poder tener
la oportunidad de siempre conversar de nuestras inquietudes con nuestros
pastores. Ya yo he dicho lo que siempre me ha inquietado, y dejo la puerta abierta
para que nuestros lectores entiendan que obviamente es mejor que conversemos
con nuestros pastores, porque cuando nuestra ira supera a nuestra objetividad
genera destrucción y no edificación. Dejemos la pasión de la perfección fuera
de nuestro entendimiento; ya lo he dicho antes, la iglesia no es perfecta, pero
es la iglesia de Dios, y nuestros ministros no son perfectos pero son nuestros
ministros. Por lo tanto a nombre de nuestros hermanos pido de todo corazón a
nuestros ministros que se aumente el grado de comunicación, para disminuir el
grado de especulación que tanto daño le hace a la iglesia. Sigmund Freud decía,
“No hay nada que propicie más la paz de un pueblo que el beneficio de ser
escuchado”.
Con este capítulo concluyo toda esta temática
que tanto nos afecta y que tiene una simple solución; ya no publicaré más
mensajes acerca de nuestros ministros, óigase bien no de nuestra obra que
gracias a Dios nos da la verdad absoluta que debe triunfar. Tengo amigos que
son pastores y ellos saben que mis publicaciones han tenido el propósito de
hacer un alto y reflexionar, nunca a pesar de cualquier disconformidad se me
escuchará insultar, ni denigrar, ni colocar epítetos de ninguna índole como lo
escuchado de diferentes hermanos, acerca de nuestros pastores y mucho menos de
sus familias. El que crea que los pastores por muy defectuosos que sean no
tienen la protección de Dios, está tentando a Dios, y lo viví con mi padre. Vi
como hermanos con mala voluntad hacia mi padre se desmoronaron en sus vidas sin
que nosotros moviésemos un solo dedo y sin que nosotros lo deseáramos. Solo
podemos hacerles recomendaciones a nuestros ministros al ver que algo anda mal,
pero nunca desear el mal para un ministro del Señor.
Hay de aquellos que con saña furiosa se
atrevan a levantar calumnias o dicho de otra forma, mentiras contra un ministro
del Señor o contra cualquier hermano fiel entregado al servicio de Dios. Hemos
sido llamados a terminar la obra de Dios y por lo tanto nuestra mejor arma será
la buena comunicación para un buen entendimiento. Ministros y hermanos no somos
islas separadas, somos un solo pueblo y en el nombre de Dios culminaremos esta
obra que tanto amamos por el “Triunfo de la Verdad”.
Dios
les bendiga.
(Mis próximas publicaciones irán en
dirección a evaluar muchas de las cosas que como hermanos tenemos que corregir
en nuestras congregaciones, como por ejemplo: evangelismo, espiritualidad,
etc.)
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