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domingo, 19 de febrero de 2017

EL TRIUNFO DE LA VERDAD



Por: Cheyco Centeno    

     Bendiciones nuevamente a todos nuestros apreciados hermanos.

     Probablemente a estas alturas muchos hermanos estarán preguntándose ¿Y Cheyco de qué lado está? Porque al principio leyeron algunas declaraciones fuertes de parte mía con respecto a las acciones que se hacen actualmente o se han dejado de hacer de parte de nuestro ministerio. Luego han visto que he dado un giro pidiendo consideración a nuestros ministros y oración para ellos. Cuando uno hace declaraciones debe tomar en cuenta que dentro del marco objetivo de las cosas siempre hay que considerar lo bueno y lo malo. Lo siento mucho por aquellos que solo se dedican a atacar y no a edificar y pido disculpas a quienes me han enviado solicitudes de amistad creyendo que mi posición será siempre atacar a nuestro ministerio, porque bueno o malo es nuestro ministerio.

     Definitivamente hay quienes esperan con ansias que este o aquel pastor cometa un error para señalarlo, y nuestros ministros saben que esta espada de Damocles siempre estará pendiendo sobre ellos porque son figuras públicas. Sin embargo así como nuestros pastores tienen la responsabilidad de pastorear a sus congregaciones e influir en sus necesidades espirituales; nosotros los hermanos tenemos la obligación de velar también por las necesidades de nuestros ministros. Más allá de las cosas que muchas veces no nos gustan, debe imperar el sacrificio mutuo y el amor para superar los defectos de ambas partes. Hay de cierto congregaciones que son difíciles de atender por el carácter rebelde de sus líderes y para serles sincero hermanos, no dan realmente ganas de atenderlos porque en ocasiones se siente tan autosuficientes que son incapaces de admitir sus errores y pretenden saber más que los pastores, en otras palabras son futuros candidatos para la disidencia. Exigimos humildad de los pastores, y damos crédito a nuestro orgullo, de esta manera queremos demostrar que sabemos tanto o más que ellos. ¡Qué pensamiento tan estrecho! El equilibrio de la iglesia depende de una buena comunicación en la que la humildad sea la conductora de nuestras acciones, ello nos permitirá ver con claridad nuestros errores y nuestros aciertos para tomar las mejores decisiones.

     Nuestra visión general acerca de algunas cosas de las que está adoleciendo nuestro ministerio, solo emite la opinión de quienes no se han atrevido a hablar de frente. Aplaudo la actitud de algunos pastores que los he visto reconocer sus errores frente a otros hermanos, esto no es para nada debilidad sino grandeza, y cuando veo a estos ministros debatir sus puntos lo hacen con tal destreza que solo su grado de humildad y carácter los ha llevado a esa posición. Hermanos pastores no tengan temor de reconocer cuando se hayan equivocado, esto hace que usted a la vista de los hermanos crezca y se le dé un mayor respeto a su labor.

     Reconozco con toda certeza cuando alguien con sus comentarios quiere destruir, por lo general me aparto de ellos. No somos nosotros los hermanos los que haremos que las cosas cambien para nuestro parecer, es el Espíritu de Dios obrando en cada corazón el que nos dirá las cosas que necesitamos cambiar. La obra continuará y nosotros pasaremos como la paja llevados por el viento, el problema será en este contexto no equivocar nuestros argumentos y convertirlos en problemas doctrinales, porque entonces si estaremos siendo llevados por otros vientos de doctrina y apostatando de la fe. La Sierva del Señor escribió un segmento que se titula “La iglesia no es perfecta” y tiene un mensaje directo contra el mal proceder de todos en la iglesia, Líderes, Pastores, Líderes de congregaciones y la hermandad. Entonces ¿Quién está libre de pecado? Mi padre nos enseñó desde niños el respeto por los pastores, hay a quienes no les gusta escuchar eso, no importa si son viejos o jóvenes, Dios los tiene allí por alguna razón. Podemos compartir con ellos nuestras inquietudes pidiéndole a Dios siempre poder ser escuchados, quizá a algunos no les gustará escuchar que hay algo que están dejando de hacer, pero reflexionemos un poco y pensemos en si somos parte de este problema para corregirlo en nuestra vida ministerial, porque no es nuestro deseo destruir sino construir. Me agrada que los ministros hoy en día tengan un mejor nivel de vida que los ministros de antaño dentro de una sociedad ministerial llena de limitaciones. Mi padre recibía un salario que apenas alcanzaba, pero Dios nos sostuvo, y por eso considero que el ministro debe tener la solvencia económica para no pasar necesidades, y esto debe ser comprendido por toda la hermandad. Hago referencia a este tema, porque si a nosotros como hermanos nos gusta vivir con tranquilidad no hay motivo para desear lo contrario para nuestros pastores. He escuchado a muchos hermanos criticar demasiado lo que tienen o no los pastores, dice la biblia “puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe” esa es nuestra referencia, porque quienes piensan así de nuestros pastores, también piensan así de los hermanos que tienen éxito económico, así que es un pensamiento necio.

     En un tiempo en el que nuestra prioridad debiera ser el derramamiento del Espíritu Santo, debemos tener oídos para escuchar a nuestros hermanos en privado antes que sus  pensamientos se vuelvan públicos. Hacer esto evitará para los ministros muchos problemas, sé que algunos tienen la opinión de que no escuchar será para ellos la mejor opción, ciertamente no lo será, todo mundo necesita ser escuchado. Cada hermano necesita sentir que es considerado por su pastor, y la percepción de su hermandad será positiva. Para los ministros de antaño uno de los mejores argumentos para mantener la unidad y la cordialidad de la iglesia, era saber escuchar a sus hermanos. Recuerdo a mi padre visitando a los hermanos, esto daba hincapié para expresarse con libertad y evitar las especulaciones. No sé en realidad en que momento la casa de los ministros pasó a ser un bunquer o refugio para no ser localizados; pero la casa pastoral históricamente siempre ha sido más bien un lugar de refugio para todo hermano que busque un buen consejo de su pastor. Constantemente mi padre recibía visitas en casa y el resultado definitivamente era la discreción, los problemas no trascendían porque eran encapsulados dentro del marco de una buena comunicación.

     Queridos pastores si la comunicación con los hermanos es fluida, se acabarán las especulaciones públicas, si se dedica más tiempo a la atención del rebaño, la obra de Dios crecerá sin que ustedes se den cuenta. Hay más cosas que yo pudiera decir que necesitamos actualmente en la iglesia, pero no hace falta que yo las diga, porque ya han antes fueron dichas. El libro “Testimonios para los Ministros” debe ser un libro de estudio continuo para nuestros pastores, no es un libro de lectura solapada, es un libro hecho para el pastor, es un libro de consulta constante, y quien más consulta menos se equivoca. Yo, ni nadie estamos llamados a reprender el proceder de nuestros ministros; ya todo lo que había que decir acerca de ellos, estaba escrito. Por eso a partir de ahora lo único que esperamos es poder tener la oportunidad de siempre conversar de nuestras inquietudes con nuestros pastores. Ya yo he dicho lo que siempre me ha inquietado, y dejo la puerta abierta para que nuestros lectores entiendan que obviamente es mejor que conversemos con nuestros pastores, porque cuando nuestra ira supera a nuestra objetividad genera destrucción y no edificación. Dejemos la pasión de la perfección fuera de nuestro entendimiento; ya lo he dicho antes, la iglesia no es perfecta, pero es la iglesia de Dios, y nuestros ministros no son perfectos pero son nuestros ministros. Por lo tanto a nombre de nuestros hermanos pido de todo corazón a nuestros ministros que se aumente el grado de comunicación, para disminuir el grado de especulación que tanto daño le hace a la iglesia. Sigmund Freud decía, “No hay nada que propicie más la paz de un pueblo que el beneficio de ser escuchado”.

     Con este capítulo concluyo toda esta temática que tanto nos afecta y que tiene una simple solución; ya no publicaré más mensajes acerca de nuestros ministros, óigase bien no de nuestra obra que gracias a Dios nos da la verdad absoluta que debe triunfar. Tengo amigos que son pastores y ellos saben que mis publicaciones han tenido el propósito de hacer un alto y reflexionar, nunca a pesar de cualquier disconformidad se me escuchará insultar, ni denigrar, ni colocar epítetos de ninguna índole como lo escuchado de diferentes hermanos, acerca de nuestros pastores y mucho menos de sus familias. El que crea que los pastores por muy defectuosos que sean no tienen la protección de Dios, está tentando a Dios, y lo viví con mi padre. Vi como hermanos con mala voluntad hacia mi padre se desmoronaron en sus vidas sin que nosotros moviésemos un solo dedo y sin que nosotros lo deseáramos. Solo podemos hacerles recomendaciones a nuestros ministros al ver que algo anda mal, pero nunca desear el mal para un ministro del Señor.

     Hay de aquellos que con saña furiosa se atrevan a levantar calumnias o dicho de otra forma, mentiras contra un ministro del Señor o contra cualquier hermano fiel entregado al servicio de Dios. Hemos sido llamados a terminar la obra de Dios y por lo tanto nuestra mejor arma será la buena comunicación para un buen entendimiento. Ministros y hermanos no somos islas separadas, somos un solo pueblo y en el nombre de Dios culminaremos esta obra que tanto amamos por el “Triunfo de la Verdad”.

     Dios les bendiga.


     (Mis próximas publicaciones irán en dirección a evaluar muchas de las cosas que como hermanos tenemos que corregir en nuestras congregaciones, como por ejemplo: evangelismo, espiritualidad, etc.)      

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