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domingo, 26 de febrero de 2017

HERMANOS RESENTIDOS

Por: Cheyco Centeno

     Estamos viviendo en la actualidad tiempos de inseguridad acerca de nuestros criterios personales; es de suma importancia para el cristiano realizar un estudio concienzudo de la palabra de Dios por sobre todas las cosas. Aún no hemos entendido que la salvación dependerá en gran medida de nuestro grado de relación con Dios. La Iglesia actual necesita un despertamiento que seguramente no vendrá de nuestra visión de lo que nosotros creamos que está correcto o incorrecto, sino de lo que el Espíritu de Dios revele a cada corazón entregado completamente al estudio de la palabra.

     El enemigo de las almas está dispuesto a dispersar a cada creyente que se apoye únicamente en su propio criterio para discernir los mensajes que Dios quiere dar a su pueblo. Satanás desea que el tiempo sea desperdiciado en la búsqueda de problemas de toda clase dentro de la iglesia, de esta manera nos mantendrá ocupados para no reconocer las evidencias de nuestros propios errores. El resentimiento ha aumentado en nuestras congregaciones; Satanás ha hecho que cada uno de nosotros nos convirtamos en personas cada día más hipersensibles para que retengamos en nuestros corazones hasta la más mínima apariencia de ofensa y de esta manera imperen en nosotros los pensamientos negativos.

     La palabra “Resentimiento” siempre ha sido considerada como algo negativo que rompe con las buenas relaciones humanas. Siempre hemos asociado el resentimiento con las cosas que nos traen malos recuerdos, ¿Por qué no resentir lo bueno que sucedió? Podríamos decir que no es tan fácil, pero si lo es, solo hay que practicarlo y veremos que si lo es. Debemos recordar que el pasado es importante, pero no podemos vivir en el pasado. Vivimos resintiendo las cosas malas que han sucedido en la iglesia, nos resentimos porque un día no nos tomaron en cuenta, nos resentimos porque las cosas no se hicieron como nosotros queríamos, etc. ¿Porque no resentir lo bonito que hemos vivido? La palabra resentir significa volver a vivir, el único problema es que estamos tan acostumbrados a revivir más las cosas negativas que las positivas y eso nos carcome por dentro. Queridos hermanos la nostalgia nos envenena si todos nuestros resentimientos son alimentados con pensamientos negativos.

     La excelencia espiritual está al alcance de todos si nos despojamos de los pensamientos negativos. La premisa del cristiano es buscar la unidad de la iglesia para que el Espíritu Santo se manifieste y nos use como instrumentos de la obra de Dios. No podemos permitir que los resentimientos produzcan una dicotomía en la iglesia, esto evita que la labor del Espíritu de Dios se ejecute en el seno de la congregación. Nuestros intereses van más allá de superar nuestras crisis personales, la salvación es nuestra prioridad. Cada vez que tenemos una crisis en la iglesia, el enemigo de las almas se encargará de recordarnos más las cosas malas que pasaron que los elementos positivos para que nuestros malos sentimientos afloren y siempre salgan a flote como resentimientos negativos. Recordemos hermanos que las crisis son pasajes, pero de estos pasajes adquirimos experiencias y depende de cómo asumamos estas experiencias, ellas se traducirán en crecimiento o detrimento espiritual.

     Cuando puntualizamos nuestros criterios como la absoluta verdad corremos el riesgo de resentirnos porque al final nuestra opinión no es tan importante; todos somos seres humanos falibles, podemos equivocarnos, no importa si somos líderes de la iglesia, al final el éxito y el crédito de la obra simplemente es para Dios. No podemos culpar a los demás porque nuestra visión no fue precisamente la mejor, siempre habrá una mejor o peor opinión que la nuestra bajo alguna circunstancia, pero no hay motivo para vivir resentidos solo porque mi criterio no fue elegido como el mejor.

     Apreciados hermanos en ocasiones en la iglesia nos tocará ser líderes o seguidores, y líderes y seguidores son un binomio para el avance de la obra, no podemos separarlos; simplemente hay un momento para cada quién, pero cuando nos toque asumir el liderazgo tengamos mente abierta para reconocer que no tenemos la verdad absoluta al igual que los seguidores. Dios tiene un momento para cada cual, no podemos permitir que ningún ismo (extremo), cree resentimiento negativo en la iglesia, entrenemos nuestro pensamiento para las cosas  positivas y veremos resultados significativos en el avance de la obra de Dios y el crecimiento de la espiritualidad de la iglesia.

     El camino de la salvación es un campo minado, por esa razón el resentimiento nos lleva a una muerte lenta para la cual el mejor antídoto es el perdón. Claro, es difícil pedir perdón sobre todo cuando sabemos que no somos culpables de una situación, pero esto solamente aplica a los problemas interpersonales con conocimiento; pero cuando el ofensor no sabe que ha ofendido a alguien con una actitud o algún desprecio involuntario, siempre lo condenamos sin haberle dado la oportunidad de defenderse. Estos incidentes son frecuentes para los líderes de nuestras iglesias, que por el afán de organizar los eventos y programas, no se dan cuenta que involuntariamente ignoran a alguien o quizá lastiman sin querer la susceptibilidad de algún hermano. Por dicha razón se requiere de las personas hipersensibles  que entiendan que en diversas ocasiones los líderes no se dan cuenta de algunas cosas a su alrededor y que estas situaciones por lo general son involuntarias. Cuando un dirigente se encuentra concentrado en su labor, no puede detenerse a saludar a todas las personas. Por eso es bueno despejar los malos entendidos entre hermanos, con la fórmula infalible de la comunicación a la que se refiere el apóstol Pablo.

     Una de las herramientas del Diablo a la que no debemos dar tanta importancia, es al resentimiento. Vivir sin resentimientos negativos produce paz, eleva nuestros pensamientos a cosas superiores. Dios nos ha llamado a la excelencia y la excelencia es un estado superior, podríamos decir que la excelencia es que Cristo viva en mí logrando que mis interpretaciones sean vistas con sus ojos. Cuando estamos sumergidos en la justicia de Cristo, ya no veremos con injustica que alguien nos ignore dentro de nuestra propia opinión, solo pensaremos en un acto involuntario sin importancia que seguramente no quedará como una mala experiencia en nuestras mentes.

     Como seres humanos nuestros mecanismos de defensa distorsionados por el pecado, nos obligan automáticamente a señalar como una amenaza, a toda aquella situación que consideremos tiene un matiz de ofensa. Solemos valorarnos demasiado y sin lugar a dudas para nuestros criterios corrompidos por el pecado y mayormente llenos de orgullo y soberbia, se convierten en el mayor obstáculo de crecimiento espiritual para nosotros.

     Queridos hermanos, el Dr. Sig Siglar dijo una vez, “La felicidad no es un dónde ni un cuándo sino un aquí y un ahora”. Seamos felices con lo que estamos seguros que somos. No permitamos que las influencias externas nublen nuestros sentidos; consideremos menos al yo y demos mayor crédito a Cristo en nuestras vidas, que de esta manera Dios no permitirá que los resentimientos negativos sean el motor de nuestras acciones y que la luz de Jesús brille en nosotros con mayor intensidad.            

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