
Por: Cheyco Centeno
Estamos viviendo en la actualidad tiempos
de inseguridad acerca de nuestros criterios personales; es de suma importancia
para el cristiano realizar un estudio concienzudo de la palabra de Dios por
sobre todas las cosas. Aún no hemos entendido que la salvación dependerá en
gran medida de nuestro grado de relación con Dios. La Iglesia actual necesita
un despertamiento que seguramente no vendrá de nuestra visión de lo que
nosotros creamos que está correcto o incorrecto, sino de lo que el Espíritu de
Dios revele a cada corazón entregado completamente al estudio de la palabra.
El enemigo de las almas está dispuesto a
dispersar a cada creyente que se apoye únicamente en su propio criterio para
discernir los mensajes que Dios quiere dar a su pueblo. Satanás desea que el
tiempo sea desperdiciado en la búsqueda de problemas de toda clase dentro de la
iglesia, de esta manera nos mantendrá ocupados para no reconocer las evidencias
de nuestros propios errores. El resentimiento ha aumentado en nuestras
congregaciones; Satanás ha hecho que cada uno de nosotros nos convirtamos en
personas cada día más hipersensibles para que retengamos en nuestros corazones
hasta la más mínima apariencia de ofensa y de esta manera imperen en nosotros
los pensamientos negativos.
La palabra “Resentimiento” siempre ha sido
considerada como algo negativo que rompe con las buenas relaciones humanas. Siempre
hemos asociado el resentimiento con las cosas que nos traen malos recuerdos,
¿Por qué no resentir lo bueno que sucedió? Podríamos decir que no es tan fácil,
pero si lo es, solo hay que practicarlo y veremos que si lo es. Debemos
recordar que el pasado es importante, pero no podemos vivir en el pasado.
Vivimos resintiendo las cosas malas que han sucedido en la iglesia, nos
resentimos porque un día no nos tomaron en cuenta, nos resentimos porque las
cosas no se hicieron como nosotros queríamos, etc. ¿Porque no resentir lo
bonito que hemos vivido? La palabra resentir significa volver a vivir, el único
problema es que estamos tan acostumbrados a revivir más las cosas negativas que
las positivas y eso nos carcome por dentro. Queridos hermanos la nostalgia nos
envenena si todos nuestros resentimientos son alimentados con pensamientos
negativos.
La excelencia espiritual está al alcance
de todos si nos despojamos de los pensamientos negativos. La premisa del
cristiano es buscar la unidad de la iglesia para que el Espíritu Santo se
manifieste y nos use como instrumentos de la obra de Dios. No podemos permitir
que los resentimientos produzcan una dicotomía en la iglesia, esto evita que la
labor del Espíritu de Dios se ejecute en el seno de la congregación. Nuestros
intereses van más allá de superar nuestras crisis personales, la salvación es nuestra
prioridad. Cada vez que tenemos una crisis en la iglesia, el enemigo de las
almas se encargará de recordarnos más las cosas malas que pasaron que los
elementos positivos para que nuestros malos sentimientos afloren y siempre
salgan a flote como resentimientos negativos. Recordemos hermanos que las
crisis son pasajes, pero de estos pasajes adquirimos experiencias y depende de
cómo asumamos estas experiencias, ellas se traducirán en crecimiento o
detrimento espiritual.
Cuando puntualizamos nuestros criterios
como la absoluta verdad corremos el riesgo de resentirnos porque al final
nuestra opinión no es tan importante; todos somos seres humanos falibles,
podemos equivocarnos, no importa si somos líderes de la iglesia, al final el
éxito y el crédito de la obra simplemente es para Dios. No podemos culpar a los
demás porque nuestra visión no fue precisamente la mejor, siempre habrá una
mejor o peor opinión que la nuestra bajo alguna circunstancia, pero no hay
motivo para vivir resentidos solo porque mi criterio no fue elegido como el
mejor.
Apreciados hermanos en ocasiones en la
iglesia nos tocará ser líderes o seguidores, y líderes y seguidores son un
binomio para el avance de la obra, no podemos separarlos; simplemente hay un
momento para cada quién, pero cuando nos toque asumir el liderazgo tengamos
mente abierta para reconocer que no tenemos la verdad absoluta al igual que los
seguidores. Dios tiene un momento para cada cual, no podemos permitir que
ningún ismo (extremo), cree resentimiento negativo en la iglesia, entrenemos
nuestro pensamiento para las cosas
positivas y veremos resultados significativos en el avance de la obra de
Dios y el crecimiento de la espiritualidad de la iglesia.
El camino de la salvación es un campo
minado, por esa razón el resentimiento nos lleva a una muerte lenta para la
cual el mejor antídoto es el perdón. Claro, es difícil pedir perdón sobre todo
cuando sabemos que no somos culpables de una situación, pero esto solamente
aplica a los problemas interpersonales con conocimiento; pero cuando el ofensor
no sabe que ha ofendido a alguien con una actitud o algún desprecio
involuntario, siempre lo condenamos sin haberle dado la oportunidad de
defenderse. Estos incidentes son frecuentes para los líderes de nuestras
iglesias, que por el afán de organizar los eventos y programas, no se dan
cuenta que involuntariamente ignoran a alguien o quizá lastiman sin querer la
susceptibilidad de algún hermano. Por dicha razón se requiere de las personas
hipersensibles que entiendan que en
diversas ocasiones los líderes no se dan cuenta de algunas cosas a su alrededor
y que estas situaciones por lo general son involuntarias. Cuando un dirigente
se encuentra concentrado en su labor, no puede detenerse a saludar a todas las
personas. Por eso es bueno despejar los malos entendidos entre hermanos, con la
fórmula infalible de la comunicación a la que se refiere el apóstol Pablo.
Una de las herramientas del Diablo a la
que no debemos dar tanta importancia, es al resentimiento. Vivir sin
resentimientos negativos produce paz, eleva nuestros pensamientos a cosas
superiores. Dios nos ha llamado a la excelencia y la excelencia es un estado
superior, podríamos decir que la excelencia es que Cristo viva en mí logrando
que mis interpretaciones sean vistas con sus ojos. Cuando estamos sumergidos en
la justicia de Cristo, ya no veremos con injustica que alguien nos ignore
dentro de nuestra propia opinión, solo pensaremos en un acto involuntario sin
importancia que seguramente no quedará como una mala experiencia en nuestras
mentes.
Como seres humanos nuestros mecanismos de
defensa distorsionados por el pecado, nos obligan automáticamente a señalar
como una amenaza, a toda aquella situación que consideremos tiene un matiz de
ofensa. Solemos valorarnos demasiado y sin lugar a dudas para nuestros
criterios corrompidos por el pecado y mayormente llenos de orgullo y soberbia,
se convierten en el mayor obstáculo de crecimiento espiritual para nosotros.
Queridos hermanos, el Dr. Sig Siglar dijo
una vez, “La felicidad no es un dónde ni un cuándo sino un aquí y un ahora”.
Seamos felices con lo que estamos seguros que somos. No permitamos que las
influencias externas nublen nuestros sentidos; consideremos menos al yo y demos
mayor crédito a Cristo en nuestras vidas, que de esta manera Dios no permitirá
que los resentimientos negativos sean el motor de nuestras acciones y que la
luz de Jesús brille en nosotros con mayor intensidad.
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